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La información se difunde en gran medida a través de las redes sociales, donde la inmediatez es fundamental para lograr ser los primeros en dar a conocer la noticia. Sin embargo, este método, junto con la crisis de los medios de comunicación, ha traído consigo algunos inconvenientes, pues no se dedica el tiempo necesario a contrastar y verificar las informaciones y los datos que nos llegan, de manera que se publica información que no es correcta. Si queremos hacer un periodismo de calidad, es muy importante tener bien interiorizada esta tarea.

La desinformación crece a pasos agigantados y asume diversas formas por todo el planeta. Tanto así que, situándonos solo en la Unión Europea y sin considerar a los contenidos falsos referidos al covid-19, como parte de compromisos asumidos con la Comisión Europea, las redes sociales han anulado millones de cuentas que esparcían contenidos falsos desde sus canteras durante el 2019.

Las clases online se están desarrollando a través de plataformas de videollamadas como Zoom, Google Meet, Jitsi Meet, Skype entre otras.

En esa búsqueda constante por dinamizar las clases y hacerlas memorables,  se ha visibilizado el interés por conectar con los y las estudiantes a partir de actividades en línea, fomentar la interacción y fortalecer competencias del Siglo XXI y habilidades para la vida.

Hay un viejo dicho que prevalece al tiempo y es transversal a distintas sociedades y realidades: “miente, miente que algo quedará”. Aunque su origen se remonta hasta el siglo I después de Cristo (d.C.) según refiere Iván Almeida, Doctor en Filosofía de la Universidad de Aarhus, la frase podría explicar por qué razón tantas veces los políticos se exponen a mentir, cuando es más fácil que nunca desmentirlos.

Informar a través de las redes sociales, donde la inmediatez es fundamental para lograr ser los primeros en dar a conocer la noticia, ha traído consigo malas pasadas a muchos periodistas, ya que no se dedica el tiempo necesario a contrastar y verificar las informaciones y los datos que nos llegan. Si queremos hacer un periodismo de calidad, es muy importante tener bien interiorizada esta tarea en las rutinas de producción de noticias. 

Los proyectos y las iniciativas de fact-checking, es decir, la verificación de datos y hechos, han crecido considerablemente debido a que cada vez es más importante la necesidad de desmentir noticias falsas y promover la transparencia periodística. 

Así, hay una gran variedad de proyectos innovadores de distintos medios de comunicación que surgen en diferentes países para luchar contra la proliferación de fake news y promover la información de calidad. 

En Aika hemos hablado en distintas ocasiones sobre el fact-checking y, por ello, a continuación presentamos una recopilación de las distintas iniciativas que existen: 

Ya no hablamos de los millennials sino de la generación Z o de la que le sigue cuando el alfabeto latino no permite incluir otra letra más: la generación alfa. Mientras que la primera representa a los ahora mujeres y hombres adultos; la segunda y la tercera agrupan a los nacidos a partir del año 1994 y 2010, respectivamente, a los que nacieron en plena expansión masiva del Internet o cuando el smartphone ya empezaba su reinado junto al de las primeras redes sociales.

Al igual que se extendió el virus del Covid-19 y la indignación por el Black Lives Matter, las teorías conspirativas se han viralizado por todo el mundo en sus diversas formas y ángulos, al gusto de quien la comparte y en una cantidad impresionante. El problema es que a pesar de que son desmentidas, las personas igual las comparten e incluso las defienden, ¿simple terquedad o es una conspiración internacional de un secreto grupo de ciudadanos a pie para desestabilizar al orden mundial y constituir un nuevo Estado?  Ni es tozudez ni se trata de otra teoría conspirativa.

Un libreto que se repite una y otra vez: un acto de agresión policial en Estados Unidos contra un afroamericano que enardeció a todo un país y desencadenó múltiples protestas. Sucedió el 25 de mayo del 2020, cuando murió George Floyd; pero también pasó seis años antes, cuando el adolescente afroamericano Michael Brown murió en circunstancias similares; se repitió en el 2001 y otra vez en 1992; y así la lista continúa.

La rápida democratización de la tecnología ha transformado la distribución e interpretación de la información. Cualquiera es capaz de hacer volar la opinión a través del teléfono móvil, hecho que dificulta la garantía de contenidos fiables y contrastados. Este contexto facilita la proliferación de fake news y los medios de comunicación han puesto en marcha sistemas de detección con el fin de contrarrestarlas.