Bauman también era líquido. Hasta siempre profesor

Zygmunt Bauman

Comenzamos el año 2017 con la triste noticia de la muerte de Zigmunt Bauman. Tenía 91 años, y un legado tan amplio como su aporte a la reflexión crítica sobre el proyecto de la modernidad y las sociedades de consumo.

Bauman nació en Poznan, Polonia, en 1925, dentro de una familia judía no practicante y en plena época de la emergencia de los movimientos antisemitas. Al igual que tantos otros pensadores de origen judío como Freud, Adorno y Horkheimer, Bauman tuvo que vivir el exilio y la inmigración.

En 1939, cuando Polonia fue invadida por la Alemania Nazi, su familia se trasladó a la Unión Soviética, regresando recién a mediados de la década del cincuenta. En su retorno y ya instalado,  militó las filas del partido comunista polaco y obtuvo una plaza de profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia. Además, se casó con la escritora Janina Lewinson, con quien compartió toda su vida, y con quién tuvo tres hijas (la pintora Lydia Bauman, la arquitecta Irena Bauman y la educadora Anna Sfard).

En pleno año 1968, fue víctima de las políticas antisemitas de su país desarrolladas justamente por el gobierno comunista. Bauman sufrió en carne propia esta persecución, perdiendo su plaza de profesor en la universidad y viéndose en la obligación de huir junto a su familia a Israel, donde continuó su labor de profesor.  Probablemente este hecho fue clave a la hora de orientar su crítica hacia la rigidez de las estructuras modernas.

A comienzos de los años setenta se estableció en Inglaterra como profesor en la Universidad de Leeds, donde desarrolló sus mayores contribuciones intelectuales y analíticas. Bauman centró su obra en temas como las clases sociales, el socialismo, el paso de la modernidad a la posmodernidad, la globalización y la nueva pobreza. Particularmente destacó su noción de “Liquidez”, la cual aplicó a distintos contextos y fenómenos sociales.

Modernidad Liquida

Sus propias experiencias personales como el exilio, su militancia en el partido comunista Polaco y el antisemitismo, lo llevaron a comprender cómo en las sociedades situadas en el proyecto de la modernidad, las estructuras sólidas generaban exclusión y desigualdad. Bauman fue especialmente crítico de aquellas instituciones homogeneizadoras de la modernidad, que buscaban uniformar el pensamiento y eliminar todo aquello que era diferente y que causara desorden, como la clase política, el modelo económico, la escuela y la universidad. Además afirmaba que la confianza social a la que las sociedades modernas aspiraban, no era más que una ilusión estacional promotora de un statu quo, que solo favorecería a algunos grupos de poder.

Zygmunt BaumanEl deterioro del proyecto de la modernidad generó un estado de confusión y de incertidumbre al que Bauman definió como “Modernidad Líquida“, el término por el que fue reconocido en todo el mundo. La existencia de este escenario no implicaba ir en contra del orden establecido, pero sí develó la existencia de otras formas de vivir y de pensar el futuro. En un entorno fluido, no tendría sentido crear proyectos a largo plazo, por lo mismo que la gente de 30 años no sabe que será de su vida cuando tenga 60 años.

En la misma línea de lo afirmado por Beck y Giddens al hablar de Modernización Reflexiva, para Bauman, el deterioro y la decepción que ha producido el proyecto de modernidad ha hecho que las personas empiecen a no tener certezas, y que la única certeza sea la incertidumbre. Las sociedades actuales ven que las viejas costumbres ya no funcionan, que son poco fiables. Sin embargo, el nuevo escenario, más efectivo y adecuado, aún no existe ni se visibiliza. Por eso las sociedades tienden a ser líquidas y por eso nos situamos en un estado de proyección residual, donde algunos quieren seguir organizando su vida según las reglas de las estructuras sólidas, mientras que otros intentan buscar nuevas formas de vivir.

Y es que para Bauman, las normas y estructuras de poder, se relativizan. El estado por ejemplo, tiende a transformarse solo en un mediador entre los poderes fácticos y los individuos. Deja de ser benefactor y va cediendo sus facultades de decisión. La lógica Estado y Nación también se ve difusa, ambos ahora tienden a ir por caminos distintos. Lo mismo sucede en la relación entre política y poder, ya que la política sigue siendo local, en cambio el poder ya es global.

Bauman también mostraba interés en cómo estas transformaciones afectaban directamente a las personas. En este sentido, afirmaba que en la modernidad líquida muchas de las prácticas humanas tienden a ser compulsivas y el consumo se transforma en el nuevo motor de la economía. Si no consumes, no aportas: te conviertes en una carga, y las cargas son costosas. Incluso el tiempo llegó a ser un recurso cuyo gasto se considera innecesario, injustificable e intolerable.

Consumo y Tiempo, dos elementos que, al transformarse, condicionan otros aspectos determinantes de la vida humana, como por ejemplo, sus relaciones sentimentales. Bauman desarrolló en profundidad el concepto de Amor líquido, al cuál describió como una realidad donde las personas empiezan a verse como mercancías para satisfacer alguna necesidad, y el amor se convierte en una suerte de consumo mutuo guiado por la racionalidad economicista donde el ethos económico invade las relaciones personales. Para Bauman, en este contexto los vínculos afectivos estables se convierten en una hipoteca.

Educación

Posicionado en la emergencia de la Educación Líquida, Bauman, durante su vida, aportó a la educación, y sobre todo a su configuración sistémica, un conjunto de elementos críticos y analíticos relevantes.

En relación a la organización y el financiamiento de los centros de enseñanza, para Bauman la educación jamás debería tener un fin lucrativo o economicista. Por el contrario, esta se debería organizar para apuntar y aportar sus saberes y quehaceres a la construcción de una nueva ciudadanía, situándola fuera de la trampa economicista. Considerar la educación como un producto es una bofetada a la dignidad humana, una violación de los derechos humanos.

En relación al aprendizaje y el conocimiento, Bauman consideraba que el apetito de ambos debería hacerse gradualmente más intenso a lo largo de toda nuestra vida, a fin de que cada individuo continúe creciendo. La educación líquida implica que la sabiduría y el conocimiento que adquirimos en estos tiempos envejece rápidamente y se agota por los cambios constantes que vivimos en el presente. Por la facilidad de acceso a la tecnología, estamos a un clic de poder conectarnos a grandes volúmenes de información, lo que contribuye a que ahora todo se haya vuelto incierto. Por esta razón Bauman afirmaba que uno es tan bueno como sus éxitos, pero en realidad solo es tan bueno como su último proyecto de éxito.

En esta modernidad líquida se busca que sea el propio individuo quien se preocupe por su comportamiento con los demás y de adquirir conocimientos para mejorar en su trabajo, como de la convivencia en sociedad, porque las costumbres establecidas, los marcos cognitivos sólidos y las preferencias por los valores estables de aquellos objetivos últimos de la educación ortodoxa, se convierten en una desventaja en estos tiempos de la modernidad líquida.

En el pasado, la gestión de los sistemas educativos tomó muchas formas intentando ajustarse a las cambiantes circunstancias, fijándose nuevos objetivos y diseñando nuevas estrategia. En el presente, nos enfrentamos nuevamente al desafío y necesidad de transformación, pero el escenario no es como los del pasado. Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información y también debemos preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo.

Finalmente

Pese a que en algunos espacios, sus perspectivas fueron consideradas pesimistas, Bauman nos entregó herramientas para poder comprender las transformaciones acaecidas con el devenir de la posmodernidad. Él, como tal, nunca se asumió como un sociólogo posmoderno, ya que según su punto de vista, esto limitaba el marco analítico, y relativizaba el potencial de las acciones sociales. Su apuesta por lo líquido era, finalmente, propositiva. Nos instó desde aquí a ser conscientes de que el proyecto de la modernidad no era eterno ni exitoso, pero que debíamos hacernos cargo de nuestro devenir, y el primer paso para esto era aprender a vivir con la incertidumbre.

Cómo dijo alguien por ahí, “nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar… Bauman también era líquido”. ¡Gracias  por tu lucidez! Buen viaje y hasta siempre.

Por Pablo Rivera Vargas

Sociólogo, profesor e investigador del Departamento de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Barcelona.

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