Internas del centro penitenciario femenino "Brians 1" participan en un Taller de narración oral

La asociación La casa de los cuentos imparte el taller "El arte de contar cuentos" para mujeres internas en el Centro Penitenciario Femenino "Brians 1", un centro localizado al norte del Baix de Llobregat.

El objetivo del curso no es sólo que las mujeres se entretengan escuchando o contando cuentos, sino que aprendan una oficio con el que podrían ganarse la vida cuando obtengan su libertad, explica la narradora oral Numancia Rojas Hernández presidenta de la asociación, y responsable de dirigir el taller, actividad que en esta ocasión comparte con dos alumnas que han tomado el curso anteriormente.

El taller impartido en Brians 1 es una actividad cultural de impacto social financiada por la Obra Social Fundación La Caixa y dentro del Centro es considerado como parte de las iniciativas culturales con las que se busca facilitar la posterior reinserción de las internas.

Consiste en actividades planeadas para siete sesiones, pero seguir el plan original es difícil dadas las circunstancias; y es que las condiciones para mantener la atención son especialmente difíciles ahí dentro: hay una desigual competencia entre la voz suave que anuncia "historias inventadas" y aquella otra, la del altavoz que desde el patio anuncia cartas, llamadas de la familia, o los nombres de las internas que deben dirigirse a sus trabajos, al médico. Dentro de la cárcel las historias de fantasía juegan en desventaja.

Es por eso también que la lista de participantes varía de sesión a sesión. El número nunca es el mismo: 5, 7, 14 ó 4 mujeres aparecen y desaparecen durante las cuatro horas que dura cada sesión; se trata de mujeres que tienen entre 22 y 50 años, y que provienen de países como Alemania, Brasil, España, China, Colombia, Perú e Inglaterra. Cada una tiene una historia diferente que la ha llevado hasta Can Brians, donde hay alguna que está ahí desde hace un año, otra hace tres meses, o alguna apenas tres días. "La mayoría está aquí por posesión y tráfico de drogas", según explica una de las monitoras.

Y sin embargo hay algunas internas se han vuelto alumnas habituales y, buscándose tiempo entre visitas médicas y llamados a talleres, llegan hasta la pequeña aula y toman asiento en una de las tantas sillas de madera que forman un círculo formado para incluir y en el que nunca se permite una silla vacía. Con ellas, con las habituales y con las nuevas participantes, cada lunes y viernes se realizan algunas actividades incluidas originalmente en el programa del taller: juegos teatrales y de lenguaje no verbal para practicar y mejorar la expresión corporal.

La expresión oral es una de las actividades que más se practica, incluso entre quienes no tienen el castellano como idioma materno, y las cuales hacen un redoblado esfuerzo en ejercicios para recordar, elegir y contar historias; cuentos que en voz de cada una de las internas dejan entrever mucho más de historias personales que de ficción.

Y es que más leer han "devorado" el libro de cuentos que se les entregó el primer día de actividades, el 30 de marzo- y más que escuchar las historias narradas por las cuenta-cuentos visitantes, las internas han descubierto en el taller un espacio para hablar y hablar, para narrar historias que por algún detalle, siempre parecen estar más cerca de la realidad que de la fantasía, como ese pasillo que conduce de la reja blanca al aula 103 y que sería un pasillo gris, común y corriente, si no fuera porque le han construido un cielo de cartón azul con papelitos plateados que cuelgan en forma de estrellas en las que se pueden leer -en inglés, castellano, chino o alemán- oraciones, peticiones y deseos de libertad.

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